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Aspectos generales de la migración haitiana en chile en el Siglo XXI

  • Foto del escritor: Roberto Atacama
    Roberto Atacama
  • 25 jul 2018
  • 17 Min. de lectura

Alfredo Andrade

Diego Lozano Fuentes

Marina Magalhães Moreira

Pedro Naylor

Roberto A. Reyes Cortés


ABSTRACTO

En este ensayo se pretende esbozar el panorama de la migración haitiana en Chile. Primero se enumeran los antecedentes y factores que han hecho que este proceso migratorio cobre importancia. Por otro lado se indaga sobre la realidad del fenómeno y las acciones que se han tomado al respecto. Se señalan también las dificultades a las que se enfrenta el migrante ante problemas estructurales y sociales para una inserción integral. Finalmente queda sostener que el presente caso resulta importante para entender los fenómenos migratorios que determinarán el siglo XXI.


ANTECEDENTES

Las principales características migratorias de Chile y Haití han sido dispares históricamente. Chile ha visto una aceleramiento en su inmigración, convirtiéndose en un país de importante recepción de migrantes de la región de América Latina y el Caribe (ALC), este proceso ha significado la diversificación de países de origen para los inmigrantes en Chile. En la época moderna, en el período en el que ALC se configuraba como una región emisora más que receptora, Haití a su vez repitió la tendencia incrementando su emigración, siendo su principal destino la República Dominicana. El auge sucedió en 2010, consecuencia del terremoto que asoló gran parte del territorio occidental de la isla de La Española.

Los países sudamericanos, aunque representen la menor incidencia de migrantes haitianos en comparación con otras regiones del globo, promovieron importantes políticas de recepción a los migrantes de este país. Se crearon estrategias de regularización de la migración haitiana o, por lo menos, la manifestación de un compromiso con los migrantes en diversos países como Francia, EEUU, Canadá, y en el caso de América Latina, los países componentes de la UNASUR. En primera instancia la República Dominicana, país vecino de Haití, colaboró activamente en los campamentos de refugiados en territorio haitiano. Sin embargo, siempre mantuvo una posición que ha dificultado cualquier implementación de una política migratoria más abierta.


Al mismo tiempo, algunos países de Sudamérica – Venezuela, Chile y Ecuador – empezaron a crear estrategias de regularización de la situación migratoria de los haitianos que estaban ahí antes de 2010, posibilitando una mayor facilidad en el proceso de reunificación familiar y, por lo tanto, configurándose como posibles países receptores. Sin embargo, son Brasil, Chile y Argentina los países con mayor cantidad de migrantes haitianos, debido a diferentes motivaciones. Mientras Brasil, en ese entonces, mantenía relaciones directas en Haití a través del trabajo de las tropas del MINUSTAH (Misión de las Naciones Unidas para la estabilización en Haití), y también era visto como una nueva potencia emergente mundial, representaba en el imaginario un próspero terreno para la ascensión laboral, parte integrante de un plan migratorio más grande que llevaría a los haitianos a establecerse en los países del norte en un próximo momento; Chile era claramente un destino profesional, cuya mayor parte de los migrantes ya contaban con cierta experiencia laboral; y Argentina fue un destino para aquellos cuya familia contaban con la condición financiera suficiente para mantenerlos como estudiantes en el país.

Es importante también hacer hincapié en la apertura de las relaciones de estos países con Haití, que obviamente, promovieron las condiciones mínimamente necesarias para su configuración como países destino. En 2015, en Brasil se creó la categoría de visas humanitarias para estos migrantes, posibilitando una serie de facilidades en la inserción de estas personas en el mundo del trabajo, al acceso a educación y salud, y otros derechos básicos; ya Chile contaba desde el principio de la ola migratoria con la disponibilización de visas laborales, lo que, lógicamente, lo configuró como un importante destino de la migración profesional; y en el caso de Argentina, la visa nunca fue solicitada a los haitianos, facilitando su acceso a los servicios públicos del país.

El caso que nos interesa en el presente trabajo es el de Chile, pues representa un importante elemento en la migración internacional haitiana, y aunque en un primer momento significó una posibilidad de inserción de estos migrantes en el mundo laboral, a lo largo de los años presentó una queda significativa en la ascensión de haitianos al trabajo formal en el país. Nuestra propuesta, por lo tanto, es hacer un breve panorama de la migración haitiana hacia Chile en el siglo XXI, considerando los diversos puntos ya mencionados, y también los impactos socioculturales generados por dicho proceso.


PERFIL DEL MIGRANTE Y DATOS NETOS DEL FLUJO MIGRATORIO

En lo que concierne a las cifras de haitianos que llegan a Chile, datos del Departamento de Extranjería y Migración mostrados por el Ministerio del Interior a la Comisión de Gobierno Interior en la Cámara de Diputados el abril de este año señalan la existencia de aproximadamente 966 mil extranjeros viviendo en el país en junio de 2017, lo que equivale a un 5,5% de su población total. De estos, aproximadamente 73 mil personas eran haitianas. Estos datos han sido actualizados posteriormente: Para el diciembre de 2017, 1,12 millones de personas vivían en Chile - 6,1% de la población total del país -, de los cuales un 10% era haitiano: 112 mil. Según estas informaciones, la población haitiana sería la quinta mayor entre los extranjeros en el país, después de Perú (266.244), Colombia (145.139), Bolivia (122.773) y Venezuela (134.390). Sin embargo, es la población que más ha registrado, a nivel proporcional, incremento en los números: 4,433%, entre 2013 y 2017. Datos ofrecidos por la Policía de Investigación (PDI), por otra parte, señalan la entrada de casi 105 mil haitianos en Chile solamente en 2017, lo que representa un aumento de 56 mil personas, o 114%, frente a las cifras registradas en 2016, cuando aproximadamente 48 mil personas habían entrado al país. Los datos de la Policía informan, todavía, que de los 105 mil haitianos que ingresaron en el país en ese año, solamente 4 mil habían regresado. La incongruencia entre los datos ofrecidos por el Departamento de Extranjería y Migración de Chile y la Policía de Investigación puede ser explicada por la diferencia de metodología: Las informaciones mostradas por el Departamento se refieren a la cantidad total de haitianos que vivían en el país - 73 mil, actualizados para 112 mil - y las informaciones de la Policía se refieren a la cantidad de haitianos que habían entrado en el país en cada año - 48 mil en 2016 y 105 mil en 2017 -, traspasando las cifras ofrecidas por el otro órgano. Podemos mencionar como un factor que ha contribuído a que el número registrado por la PDI haya sido mayor las personas que entraron con visa de turista pero a quienes no se les ha otorgado, todavía, los permisos de Permanencia Definitiva o permisos de residencias temporales - las Visas Temporales.

Frente a los datos registrados por el Departamento de Extranjería y Migración mostrados en el Boletín Informativo de la migración haitiana en Chile - que dan cuenta de números del 2004 al 2015 - podemos señalar un aumento exponencial, en términos absolutos, del flujo de haitianos ingresando a Chile en los últimos dos años. El aumento proporcional ya se registraba. En las estadísticas de otorgación de Permanencias Definitivas, por ejemplo, el mayor incremento porcentual se registró entre los años de 2010 y 2011: 396%, aunque aunque el aumento fue de 48 a 238 permisos otorgados. De todos modos, se registra un mayor aumento, en términos absolutos, de la entrada de haitianos a Chile a partir del 2015. En las estadísticas de otorgaciones de visas a personas haitianas, se registra un aumento de aproximadamente 5 mil visas entregadas entre los años 2014 y 2015: de 3,6 mil a 8,88 mil - como comparación, entre 2013 y 2014 ese número ascendió de 2,57 mil a 3,6 mil. Y si tenemos en cuenta, por ejemplo, la estadística de ingresos y egresos de la población haitiana en el Aeropuerto Internacional de Santiago, se puede notar cifras estables hasta el 2013, cuando ocurre un pico: Si en 2013 ingresaron aproximadamente 2 mil haitianos, esta cifra, para el 2015, asciende a 9 mil.

En lo que se refiere al perfil del migrante haitiano en Chile, aunque los últimos datos no tengan en cuenta los últimos dos años - cuando se registró la entrada de la mayoría de los haitianos en el país - lo que pudo haber tenido un impacto importante en las estadísticas, las características trazadas sobre el perfil migratorio haitiano en el Boletín Informativo de la migración haitiana en Chile tiene su valor por la longevidad de las estadísticas - del 2006 al 2015 para el número de Permanencias Definitivas y del 2005 al 2015 para el número de visas otorgadas a personas haitianas - y nos brindan informaciones importantes sobre las tendencias en la migración haitiana a Chile, además de las características preferentes del gobierno chileno en la otorgación de permisos y visas. Sobre la otorgación de Permanencias Definitivas, con respecto al sexo, según el Departamento de Extranjería y Migración, 60% fueron entregadas a hombres y 40% a mujeres. En cuanto a la edad, entre 2006 y 2015, 13,5% de los permisos fueron entregados a personas entre 0 y 14 años; 35% a personas entre 15 y 29 años; 46,4% a personas entre 30 y 44 años; 4,6% a personas entre 45 y 59 años y 0,5% a personas entre 60 y 74 años. Se percibe, por lo tanto, una concentración de otorgación de los permisos a personas en edad laboral activa - 15 a 44 años - que representan el 81,4% de estos permisos. Sobre las Visas Temporarias otorgadas a haitianos, según las categorías, hay una concentración de Visas Laborales - 82%. El otro 18% se distribuye entre Visas por Motivos Familiares, 7%; Visa Humanitaria, 4%; Visa de Estudiante, 1%; y Otras, 5%. En el caso de la otorgación de visas, se nota, con respecto al sexo, una concentración aún mayor de las entregas entre la población masculina frente a la otorgación de Permanencias Definitivas: 68%. 32% de las Visas Temporarias fueron entregadas a las mujeres. En cuanto a la edad, también hay una gran concentración de entregas a las personas en edad laboral: 44% de las visas fueron otorgadas a personas entre 15 y 29 años y 44% a personas entre 30 y 44 años. Solamente 7% de las visas fue otorgado a personas entre 0 y 14 años y 4% a personas entre 45 y 59 años.


PROYECTO MIGRATORIO

Si bien una gran mayoría de la población de Haití emigra por motivos laborales, la ubicación geográfica de este país, así como su política interna y externa, han sido factores que de igual manera han influido en las decisiones y motivaciones de la población a salir de dicho país; la situación económica, así como los desastres naturales y las crisis sociopolíticas por las que han pasado esta región han sido igualmente algunos de los factores por los que la comunidad haitiana ha salido en búsqueda de una mejor calidad de vida.

Así como en cualquier proceso migratorio el individuo que sale de su país de origen lleva a cabo un plan o proyecto en el que principalmente a base de ideales busca mejorar su calidad de vida. Como menciona la Oficina Regional de la OIM para América del Sur (2017, pág. 87):

“[…] En Haití, la diáspora es una concepción social identitaria que viene construyéndose desde hace ya varias décadas. Estos últimos años y frente al cierre de fronteras de los países con historia de migración haitiana, se conformó la imagen de algunos países de Suramérica como nuevas opciones y destinos”

Las expectativas de la población emigrante de Haití hacia Chile habían sido elevadas en los últimos años; la búsqueda de trabajo así como de mejores oportunidades laborales implicó uno de los principales motivos de la emigración haitiana a este país. Sin embargo, a partir del caso de Haití se puede comprender a este como un fenómeno multicausal, complejo y evolutivo que permite analizar los cambios en los flujos migratorios hacia este país.

A pesar del poco nivel de conocimiento sobre Chile por parte de la población migrante de Haití, este país representa uno de los mejores destinos para emigrar, con base a un desarrollo y bienestar general de su calidad de vida; de acuerdo al Departamento de Extranjería y Migración (2016) la población de Haití ve a Chile como un país más seguro y con un elevado nivel de desarrollo, se le representa como un país más accesible que Estados Unidos, Canadá o Francia, menos racista que Estados Unidos o República Dominicana y con una relativa mejor situación económica que Brasil.


RUTAS Y MEDIOS DE TRANSPORTE

El acceso de inmigración en Chile que capta mayor flujo es la vía aérea. Con el caso de los migrantes haitianos no es diferente. La ruta más común es Haití-República Dominicana-Chile. El principal factor que favorece esta vía de acceso es la ausencia de visado para los haitianos. Si bien a primera vista, que no se solicite visa es una medida a todas luces positiva, también tiene sus asegunes. A falta de alguna figura legal alterna (como son las Visas de Residencia Humanitaria que entrega Brasil) los haitianos ingresan en calidad de “turista”, y esto implica que el migrante tiene que comprobar fondos suficientes para su estadía y hospedaje a cada tanto. Cabe rescatar que hasta el 2015 también les era solicitada una carta invitación. El resultado es la necesidad de buscar un cambio en el tipo de residencia, lo que implica períodos de irregularidad.

Un segundo flujo es el que se da bajo el auspicio de la trata de personas y suele ser desde Puerto Príncipe con conexión en Panamá o Perú y finalmente Chile. La falta de solicitud de visa reduce enormemente este tipo de flujos, sin embargo, cuando un migrante contrata este servicio generalmente no lo hace sólo por el transporte e ingreso, sino que a veces incluye empleos u hospedajes. El conflicto pasa sobre los derechos humanos, pues en ocasiones el migrante es estafado.

Si bien la vía aérea es la más frecuente para el ingreso a Chile, también se presenta un escaso porcentaje de movilidad terrestre. Los haitianos que entran a Chile por tierra generalmente no tenían como destino al país cuando salieron de sus hogares. De hecho, mucha de ésta migración viene alimentada por migrantes que ya se habían establecido en otro país, ya sea Argentina o Brasil. Éste último es el país con más haitianos fuera de Haití, y después de la crisis política que enfrenta, sumado al cambio en las políticas migratorias chilenas y su moderado crecimiento económico, muchos de los que vivián en Brasil han ido en busca de mejores oportunidades en Chile. Este fenómeno es de reciente aparición, pero es probable que sea un factor que determine nuevas rutas migratorias en la región.


INSERCIÓN LABORAL

La ley chilena contempla esfuerzos por facilitar la inserción laboral y social de los migrantes: el 3 de febrero del 2018, la ministra del trabajo, Alejandra Krauss, declaró que “los migrantes ante la ley son iguales”, apenas a 4 días del éxito mencionado, la ministra entregó a los migrantes haitianos un “Manual de Inserción Laboral del Migrante” con el objetivo de erradicar abusos para los mismos. Otro ejemplo es el “Curso de Español e Inserción Laboral para Inmigrantes”, una iniciativa llevada a cabo por alumnos de la Facultad de Administración y Negocios de la Universidad Autónoma de Chile, donde 45 haitianos fueron los certificados este 30 de enero del 2018. Aunque el curso era elemental, y el objetivo principal era eliminar la barrera del idioma, el esfuerzo es importante porque hablar español es vital para competir por un trabajo digno y de acuerdo a sus capacidades reales, tema que será tratado con más profundidad más adelante.

Otra cuestión importante acerca de la inserción laboral es el tema del tipo de contratación: formal o informal; en general, los migrantes haitianos muestran interés por estar lo más apegado a la ley migratoria y aun cuando se presentan dificultades prácticas y tienen que permanecer en un trabajo informal, procuran que sea por un brevísimo periodo. Al final estos datos nos pueden dar una idea más aterrizada de los diferentes esfuerzos hechos tanto por la población académica y el gobierno de Chile para la población haitiana, así también como los haitianos tratan por todos los medios de ser lo más apegados a las leyes que el país receptor emite. He aquí un caso particular, donde ambas partes están dándose la mano, en cierta medida, para una mejor adaptación durante el proceso de migración. Pese a todo este esfuerzo, existe también la posibilidad de que aún cuando los haitianos estén preparados incluso con un nivel académico universitario, el empleo que llegan a conseguir es muy distinto al que estudiaron, puestos de trabajo como: construcción civil y limpieza – hombres y mujeres respectivamente –, pero también se ha dado el caso de trabajos más diversos: peluquería, administrativos o maestro de idioma. Sin embargo, en la práctica existe un problema de xenofobia que dificulta la inserción laboral del que se abordará más adelante.


REUNIFICACIÓN FAMILIAR

Si bien la mayoría de la población emigrante de Haití viaja sola, al asentarse en Chile el proceso de reunificación no impone una gran cantidad de problemas o condiciones. Para este proceso en particular, se tiene registrada la movilidad tanto de hombres como de mujeres; de acuerdo a la Oficina Regional de la OIM para América del Sur (2017) en el caso de la migración de varones, éstos viajaban solos y ya al establecerse en Chile ayudaban a sus familiares a emigrar; aunque por otro lado hay también registros sobre la migración femenina, incluso algunas de ellas estando embarazadas, que viajaban solas hacia a Chile ya sea por motivaciones personales, familiares o para que sus hijos adquirieran la nacionalidad chilena.

La política migratoria de Chile estipula que para adquirir la nacionalidad se debe de ser inmigrante con residencia permaneciendo en el territorio por 5 años, además de tener un vínculo familiar directo con un nacional; ésta es una de los razones por la que los migrantes viajan en primera instancia solos, y al haberse establecido apoyan a sus familiares en su país de origen por medio de remesas hasta que les sea posible emigrar.

El proceso de una familia al salir de su país de origen requiere de planeación y de asesoramiento, muchas veces en éstos casos algunos familiares ya se encuentran en el exterior por lo que esto motiva a sus parientes a salir en busca de mejores oportunidades, sin embargo, esto también implica una separación que puede conducir a situaciones de preocupación, tristeza o angustia por el desarraigo familiar.


ACCESO A LOS DERECHOS HUMANOS Y LA XENOFOBIA

El primer problema práctico al que se enfrentan los derechos humanos de los migrantes en Chile es que el mecanismo que se ha contemplado para darles acceso a servicios educativos y de salud es a través de la facilitación de la obtención de la residencia. Es una estrategia efectiva y tiene efectos directos sobre la forma en que se desenvuelven la población migrante. Un efecto negativo es que quienes no pueden acceder a la regularización mediante la residencia, que por lo general son quienes se encuentran en situaciones más vulnerables, terminan en una posición aún más vulnerables al dificultarse el acceso a servicios mínimos.

Como situación problemática paralela está la dificultad que presenta el desconocimiento de la lengua. Si bien no de manera alguna prohibida la comunicación en francés, sí dificulta el desenvolvimiento de los migrantes tanto con las instituciones como en la vida cotidiana. Sin embargo, recientemente se han tomado medidas para remediar la situación, como el ya mencionado proyecto de la Universidad Autónoma de Chile, y la implementación de “monitores” o intérpretes en centros de salud y educativos. Si bien la norma migratoria chilena no se refiere directamente al tema de la salud, hay disposiciones (Oficio Circular nro. 1179) que apoyan la universalidad del acceso a la salud. Pero hacen falta instrumentos institucionales para ampliar la universalidad.

En el área educativa existe una problemática en la validación de los diplomas expedidos en el país de origen. Pero cabe resaltar que el acceso a la educación básica es un problema que casi no se presenta. La dificultad por acceder a educación superior está más relacionada con brechas de desigualdad económica. Lo que también es un problema en el acceso a la vivienda. La mayoría viven en cuartos alquilados en casas multifamiliares y pensiones. Muy pocos de ellos son los que acceden a la renta de un departamento o casa para habitar sólo con su núcleo familiar. Hace falta uso de políticas públicas y reformas estructurales para que los migrantes puedan acceder a los derechos sociales, económicos y culturales.

Otro gran problema es la xenofobia, un fenómeno recurrente en los países receptores ante los grupos migrantes que presentan incrementos relativos en períodos cortos. Si hablamos de cifras, según el periódico El País entre el año “2005 y 2015 llegaron a Chile unos 600.000 inmigrantes. Una cifra grande para un país de 17 millones de habitantes. Esos emigrantes vienen, sobre todo, de Perú, Colombia, Bolivia, Argentina y Ecuador. Pero en 2016 y 2017 se añadió a ellos un gran flujo migratorio haitiano: unos 150.000 ciudadanos de ese país vinieron a Chile para quedarse”. En este sentido, aunque Chile es un país que ha puesto sobre la mesa distintos mecanismos de asistencia a través de la facilitación de la residencia, en especial con los haitianos, la población chilena tiene una incomodidad frente a esta facilidades que se otorgan a los inmigrantes. Por ejemplo una reconocida doctora en psiquiatría, María Luisa Cordero, se pronunció públicamente llamándolos “malvivientes” y señalando que los haitianos sólo traen violencia y enfermedades y señaló además que la administración debería tenerlos en “cuarentena”. El repudio hacia estos comentarios no se hizo esperar por parte de la población haitiana y chilena, pero hay sectores grandes que la respaldan. Lo interesante es que se hagan este tipo de comentarios ya sea por la radio o por televisión. También se infunde un miedo sobre los salarios del trabajo, argumentando que existe mano de obra en exceso y además barata, aunque esto no ha sido comprobado.

Hace poco una televisora chilena transmitió un documental sobre “las carencias” de la población haitiana en su país natal, en especial la zona de Puerto Príncipe en horario estelar. Las reacciones fueron diversas. Por una parte, los xenófobos lo utilizaron para resaltar la “barbarie y la poca salubridad” que se vive en Haití: se acusó al programa pro-migrantes y justificaron sus acciones racistas. El sector no xenófobo aclamó el hecho por sensibilizar sobre el tema, y se posicionaron como protectores de los migrantes. Lo interesante aquí es el hecho de que muchos deshumanizan a los haitianos simplemente por su que su país se encuentra en una situación de vulnerabilidad grave. Quienes vieron dicho programa no los vieron como sus iguales, sino como extraños peligrosos, y en el mejor de los casos como “niños pobres”, personas que dan lástima; definitivamente esa no es una posición válida para reconocer los derechos humanos de los migrantes. Deben ser tratados de la misma manera que un chileno, sin condescendencia, pero con la ayuda suficiente para lograr insertarse en su nuevo lugar de residencia. En lo laboral poco más de la mitad de los migrantes haitianos han dicho haberse sentido víctimas de la discriminación (OIM, 2017), pero mayormente al ámbito laboral.


CONCLUSIONES

Aunque desde hace décadas, como bien dicho por la Oficina Regional de la OIM para ALC, Haití ya tiene la diáspora como parte de su concepción social identitária, fue el terremoto de 2010 que definió el destino de este país en un nuevo proceso mucho más intensificado y diversificado de su migración. Frente a un contexto de constantes crisis sociopolíticas, desastres naturales, dificultades económicas, los haitianos se vieron obligados a buscar, cada vez más, por nuevas oportunidades de vida en otros rincones del mundo.

A lo largo de los últimos años, Chile se está presentando como un importante destino de los migrantes haitianos debido a sus características económicas y políticas que lo configuran como un país más accesible que otros destinos tradicionales – como EEUU, Canadá y Francia, por ejemplo. Además, a pesar de ser un país lejano a Haití, tanto en términos geográficos, como socioculturales, Chile siempre se presentó como una oportunidad de acceso al mundo del trabajo. Sin embargo, las políticas migratorias chilenas no son siempre suficientes para inserir al trabajador haitiano de una manera digna, y muchas veces ni siquiera da cuenta de corresponder a las expectativas laborales de estas personas de acuerdo a su formación, ya que en general los hombres trabajan en la construcción civil y las mujeres, en la limpieza, independientemente de su experiencia.

Sumado a la gran dificultad de inserción laboral, los haitianos cuentan también con diversas barreras sociales, que los dejan expuestos a violencias de carácter xenófobo y racista. La diferencia lingüística, el acceso a determinados programas del gobierno por su condición de migrantes – como las facilidades de acceso a residencia, por ejemplo –, además de la gran cantidad de inmigrantes en los últimos años – 600 mil entre 2005 y 2015 –, son apenas algunos de los elementos que colaboraron a construir un imaginario de rechazo de los chilenos en relación a la población haitiano ahí residente.

Es importante mencionar la necesidad de discutir sobre los derechos humanos de los migrantes, parcela de la población que muchas veces se encuentran en condiciones de vulnerabilidad y que, en el caso en que estamos tratando, dichas condiciones son maximizadas por la realidad política, económica y natural que hoy asola el país caribeño. Reconocer a estas personas como parte integrante de un fenómeno complejo, que no se resume a un simple desplazamiento, sino que se relaciona también al proceso de socialización, al intercambio cultural y a la necesidad de readaptación, es imprescindible para que podamos enfrentar de manera tajante las dificultades enfrentadas en medio al proceso migratorio.



REFERENCIAS

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