El dilema de los barcos
- Roberto Atacama
- 21 may 2018
- 1 Min. de lectura
Nuestro respaldo a la pena máxima se encuentra en el silencio y un breve movimiento de la mirada hacia abajo. Como romper un vaso. Ante la presión externa, la distancia entre un par de cuerpos inoportunos se acorta, las llagas son nada ante el dolor de las muecas. Compartimos fluidos y tirarse del barco o morir hacinado es el dilema central de todo nacimiento. No lo entendimos a tiempo, pero mar adentro no existe boca que pueda besarse. A mayor densidad del fluido que nos contiene el sonido viaja mejor, aun así, nunca emprendimos la palabra necesaria.

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