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Remedio Para La Entropía

  • Foto del escritor: Roberto Atacama
    Roberto Atacama
  • 3 ene 2018
  • 1 Min. de lectura

Amaré tus manos, amaré tus desvelos, amaré tu llanto. Que digan que estoy enfermo, que digan que me estoy volviendo loco, amor. Que digan lo que quieran. Que te digo ven y dame un beso: vamos a quitarle dirección al tiempo, y luego déjame en paz, que amaré tus manos. Porque tú y yo somos nada y la redención del universo. “¿Qué sentido tiene todo?”. Cállate que amaré tus sombras, amaré tus rojos. Me disculpo por ser abstracción dolorosa, eterno desgano. Por ser este arquetipo infame, por romperme, irme, rasgarme. Pero no tenemos reparación, amor. No la hay. Este es el remedio supremo: tú y yo a través de las noches, a través del verde, del engaño, de la ternura. Y a través del hastío: un beso que repare la entropía. ¡Qué duele! Nos duele. Nos envuelve. Y ahora todo es un poema en la azotea, aplastados por el cielo, junto a la palmera. ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! A cada segundo el mundo se extingue y reconstruye. Sólo puedo hacerte una promesa: amaré tu centro y tus periferias. Amaré tus manos recorriendo mi cuerpo. Amaré tus manos recorriendo a un extraño. Amaré tus manos recorriendo una barandilla en algún lugar lejano mientras sonríes como un niño. Amaré tus manos recorriendo el tiempo: marchitas y apagadas.


El universo continúa.


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